Nuestra chef: Maribel Romero
Desde muy joven trabajé junto al menor de mis hermanos en el “Bodegón Narzana”, nuestro restaurante familiar en la Sevilla de 1975.Surge entonces mi interés por la gastronomía de mi tierra: Andalucía, aunado a una gran aptitud (o al menos eso decía mi abuela, que era durísima para estas cosas).
En aquella época no existía en Sevilla escuelas para aprender el oficio de cheff, pero sí la enorme sabiduría de nuestras madres y abuelas, y los conocimientos que colegas compartían en la cocina (o lo que les pillábamos sin que lo notaran).
Después de unos años me retiré del negocio familiar para emprender uno propio: gestión de banquetes, donde ofrecíamos platillos tradicionales que entraban muy bien por la vista y se disfrutaban una jartá.
En 1994 emprendí mi viaje a México, país que me permitió trazar una nueva vereda cada vez más ancha. Tuve el gran placer de mostrar la gastronomía de mi tierra en festivales organizados por restaurantes como “El Cortijo” y “El Rincón Español”, en la ciudad de Puebla; así como “La Insurgenta” y “El mesón del Cid” en la Ciudad de México, entre otros.
Los cursillos impartidos y las muestras gastronómicas hicieron que mi nombre sonara en la comunidad gastronómica y me abrieran las puertas de importantes cocinas de carta española, como lo fueron “Las Tapas” del hotel Camino Real, del cual fui gerente; el “Café del Bosque”, a pie del bello Lago Menor de Chapultepec; “La Almadraba”, en el que creábamos platillos con la tecnología de la cocina molecular; el famosísimo tablao “Gitanerías”, cuya pequeña cocina fue revivida con la mayor variedad de tapas; la cadena Centro Castellano; la cadena CMR, y un sinfín de cocinas de altura que tuve la suerte de comandar con equipos de trabajo extraordinarios.
En todo este camino siempre tuve presente mis orígenes: mi corazón viajaba a aquella pequeña y vieja cocina familiar, tan tradicional y tan sevillana, en la que unos días nos trincábamos de los pelos, y otros nos comíamos a besos; siempre a voces, siempre auténticos… siempre en mi corazón como un suspiro de añoranza.
Dirigir grandes cocinas ha sido una gran experiencia de aprendizaje y me llevó a retomar el sueño de cocinar auténtico, sin adornos ni experimentos, y sin los protocolos o limitantes de los restaurantes, que le robaban el alma al platillo.
Regresé al sabor a la antigua usanza, el de la cocina que el sol mediterráneo de mi Andalucía ha alumbrado por siglos… Así es como vuelvo a mis orígenes: con la sazón inconfundible que me legaron mi madre Antonia y mi abuela Magdalena, quienes seguro están sonriendo orgullosas en el cielo al verme regresar a los fogones caseros con mi Jardín Alhambra, nacido para todos vosotros.